Delitos contra la libertad sexual: tipos, penas y cómo evitarlos
Cuando una persona se enfrenta a un delito contra la libertad sexual, ya sea como víctima o como investigado o acusado, lo primero que aparece es un cúmulo de emociones que resultan casi incontrolables: miedo, rabia, inseguridad y muchas preguntas.
¿Qué pasa ahora?
¿Qué derechos tengo?
¿Qué consecuencias puede haber?
Este artículo está pensado precisamente para eso, para informarte de forma sencilla (sin palabras técnicas) cuáles son estos delitos, qué penas existen, cómo se tramitan judicialmente y qué puedes esperar del proceso penal.
Qué se entiende por delitos contra la libertad sexual
Los delitos contra la libertad sexual son conductas que afectan directamente al derecho de una persona a decidir libremente sobre su vida sexual.
No hablamos solo de actos extremos como una violación, sino de muchas otras situaciones donde el consentimiento no existe o está viciado.
Ejemplo: Si alguien te toca sin tu permiso (seas mujer u hombre), si en tu trabajo te insinúan que debes tener una relación para conservar el empleo, o si alguien se hace pasar por menor para contactar con tu hijo en redes sociales con fines sexuales... en todos estos casos, estamos ante delitos contra la libertad sexual.
El Código Penal español califica y castiga estos delitos con especial gravedad.
Sobre todo porque estamos ante delitos que afectan psicológicamente a la víctima y las secuelas pueden perdurar el resto de su vida.
¿Qué diferencia hay entre libertad sexual e indemnidad sexual?
Este punto genera bastante confusión, pero te lo vamos a explicar de forma sencilla:
Libertad sexual: se refiere al derecho de cualquier persona adulta a decidir con quién y cómo quiere tener relaciones sexuales.
Indemnidad sexual: es la protección que se otorga a menores de edad o personas con discapacidad frente a cualquier acto sexual, incluso aunque hayan “consentido”.
Con la reforma del Código Penal y la entrada en vigor de la Ley del Solo Sí es Sí, estos conceptos se unifican.
Todo gira ahora en torno a un consentimiento libre y claro.
Tipos de delitos sexuales más comunes
Agresión sexual
Es todo acto sexual sin consentimiento que implica violencia o intimidación.
Un ejemplo claro es el de una persona que obliga a otra a mantener relaciones sexuales tras amenazarla o usar la fuerza.
Penas:
De 1 a 5 años si no hay acceso carnal.
De 6 a 12 años si hay penetración (estaríamos hablando de una violación).
Penas mayores si existen agravantes como uso de armas, abuso de superioridad o vulnerabilidad de la víctima.
Acoso sexual
Este delito ocurre cuando alguien pide favores sexuales aprovechándose de una relación de jerarquía (como jefe/a – empleado/a), y lo hace de forma persistente.
Por ejemplo, un encargado que insinúa a una trabajadora que será despedida si no accede a tener una cita con él.
Penas: De 6 meses a 2 años de prisión, o multa e inhabilitación profesional.
¿Qué pasa si el delito sexual se comete contra un menor?
Pues dependerá de la edad, pero si es menor de 16 años no hay vuelta de hoja, cualquier contacto o interacción sexual, aunque diga claramente que lo “consiente”, se considera delito.
Un ejemplo que parece dudoso pero que no lo es según el Código Penal. Imagina una persona adulta que convence a una chica de 14 años para que le envíe fotos desnuda por redes sociales. Aunque no exista contacto físico alguno, eso ya es grooming, e igualmente se considerará un delito contra la indemnidad sexual de la menor.
Penas según gravedad:
Grooming: de 1 a 3 años de prisión.
Acceso carnal: entre 5 y 15 años.
Explotación o corrupción de menores: hasta 12 años de prisión.
¿Qué pasa si me investigan por un delito sexual?
Si te llega una citación judicial, una llamada de la policía o te detienen, lo primero es intentar NO entrar en pánico.
Aunque si te detienen será algo más complicado mantener la calma. Aun así, debes intentarlo.
Y lo segundo, buscar inmediatamente, a través de algún familiar o amigo un abogado penalista con experiencia en delitos sexuales.
Es fundamental que sepas:
No estás condenado por el mero hecho de estar siendo investigado o acusado.
Tienes derecho a guardar silencio y a no declarar (aunque esto háblalo con tu abogado). Eso sí, si tu abogado no está delante, no hables.
Debes preparar bien tu defensa, aportando pruebas y testigos si los tienes.
¿Y si soy la víctima?
Denunciar no es fácil, lo sabemos. Hay mucho miedo a interponer la denuncia, pero es escencial. Estos delitos sólo pueden ser perseguidos si la víctima denuncia.
Muchas veces hay miedo, vergüenza y muchas dudas.
Pero es el primer paso para protegerte, obtener justicia y sobre todo, que no le pase a nadie más.
Tienes derecho a:
Acusar personándose en el proceso penal con abogado y procurador (puedes solicitarlos de oficio también).
Ser protegida/o durante el proceso: tu intimidad está garantizada.
Recibir ayuda psicológica y acompañamiento de los servicios sociales.
Ejemplo realista: Una joven denunció haber sido violada por su jefe. Pese al miedo inicial, acudió a un centro médico y luego puso la denuncia a la vista de que el médico iba a enviar el resultado de su exploración al juzgado. Con ayuda de un abogado, recopiló todas las pruebas que pudo (ropa, testigos, mensajes) y su jefe, fue condenado.
¿Te imaginas qué hubiera pasado si esa persona sigue sin ser condenada? ¿A cuántas chicas más les hubiera pasado lo mismo?
Qué pasa tras la denuncia o apertura de investigación
Cuando se presenta una denuncia o el Ministerio Fiscal actúa de oficio (en casos de menores o personas vulnerables), se inicia un proceso de instrucción judicial (básicamente es una investigación).
Este es el principio del proceso penal, que se compone de las siguientes fases:
Instrucción: se recaban pruebas, se toman declaraciones y se analiza el caso.
Fase intermedia: el juez decide si hay suficientes indicios para llevarlo a juicio.
Juicio oral: se presentan pruebas y testigos ante un Juzgado de lo Penal o un Tribunal. Posteriormente al juicio, se dictará la correspondiente sentencia.
Agravantes y consecuencias más graves
En los delitos sexuales, hay situaciones que hacen que las penas sean aún más duras.
El Código Penal considera ciertas circunstancias como agravantes, porque agravan el daño, el contexto o la posición del agresor.
¿Cuáles son los agravantes más comunes?
Violencia extrema o uso de armas.
Agresión grupal o con premeditación.
Que el agresor sea una figura de confianza o autoridad, como un padre, tutor, maestro, entrenador, etc.
Que la víctima sea especialmente vulnerable, como una persona con discapacidad o un menor muy pequeño.
Penas adicionales y medidas accesorias
Además de la prisión, hay muchas consecuencias que se imponen automáticamente si se prueba la culpabilidad en un delito sexual.
Pérdida de la patria potestad
Si eres condenado por agredir a tu propio hijo/a o a un menor a tu cargo, casi con total seguridad te retirarán la patria potestad o la tutela, de forma temporal o permanente.
¿Qué significa eso? Que no podrás tomar decisiones sobre su educación, salud, lugar de residencia, ni tendrás derecho a visitas.
Inhabilitación profesional
Si, por ejemplo, trabajas con menores (como docente, monitor, médico, etc.), serás inhabilitado para poder ejercer tu profesión.
Incluso si no has sido condenado de forma firme aún, se pueden establecer medidas cautelares que te aparten temporalmente de tu trabajo.
¿Y si el delito ocurrió en otro país?
Las autoridades judiciales españolas tendrá en cuenta las sentencias dictadas en el extranjero por hechos análogos al que se está instruyendo o juzgando.
Esto se hace especialmente para aplicar agravantes como reincidencia.
Ejemplo: Imagina que detienen en España a un ciudadano francés que ya fue condenado por agresión sexual en Francia, el juez de instrucción, a la hora de imponer alguna medida cautelar, va a valorar seguro esa condena anterior como agravante.
Consecuencias para la víctima: más allá del juicio
Uno de los puntos más sensibles (y más ignorados) es el impacto duradero que estos delitos producen en las víctimas.
Las secuelas psicológicas no suelen terminar con el juicio, ni siquiera con la condena.
Efectos psicológicos comunes
Son muchos los efectos psicológicos que producen estos delitos, pero muchos. Las víctimas pasan por muchas dificultades a raíz de estos actos, por eso el Código Penal castiga este tipo de delitos con tanta dureza:
Estrés postraumático.
Ansiedad y depresión.
Problemas de autoestima.
Dificultades en relaciones futuras.
Sentimientos de culpa o vergüenza.
La recuperación no es inmediata. Por eso, además del apoyo legal, la mayor parte de las víctimas necesitan ayuda psicológica profesional, y redes de apoyo cercanas (familia, amistades, asociaciones).
¿Qué puede hacer la justicia para ayudarte?
El juez puede ordenar medidas de protección durante el proceso: no contacto, alejamiento, comparecencias periódicas del acusado, incluso acordar la prisión provisional del investigado.
También, dentro de la condena, se establecen compensaciones económicas por daños morales o físicos, dentro de la responsabilidad civil.
En casos específicos donde hay hijos comunes, se fijan pensiones alimenticias.
¿Y si me arrepiento de haber denunciado?
Es importante saber que una vez que denuncias, sobre todo en delitos graves como las agresiones sexuales, el proceso no se puede detener fácilmente.
El Ministerio Fiscal puede seguir adelante aunque la víctima quiera retirarse.
Esto busca proteger a personas que, por miedo o presión, quieren dar marcha atrás. El sistema intenta evitar que los agresores queden impunes.
Qué hacer si te encuentras en esta situación
Tanto si eres víctima como investigado, estos son algunos pasos básicos que debes seguir:
Si eres víctima:
Busca ayuda médica y psicológica lo antes posible.
Guarda todas las posibles pruebas: ropa, mensajes, fotos, testigos, etc.
Contacta con una asociación de víctimas o centro de apoyo especializado.
Busca un abogado especializado en delitos sexuales.
Acude a una comisaría o juzgado y presenta la denuncia.
Si eres investigado:
No hables sin la presencia de un abogado penalista experto en delitos sexuales.
Solicita copia de la denuncia y del procedimiento.
Colabora con tu abogado para diseñar la mejor estrategia.
Mantén la calma y evita hacer declaraciones a cualquier nivel, a amigos, públicas o en redes sociales.
¿Cómo puedes protegerte y proteger a los tuyos?
La mejor forma de evitar estas situaciones que se podrían convertirse en delitos muy graves, es conocer y respetar los límites del consentimiento.
Aquí no hay zonas grises: si no hay un “sí” claro, esto es un NO.
Para padres y madres, es clave hablar con los hijos sobre el uso de internet, las redes sociales y los riesgos del grooming.
Muchas veces, las víctimas ni siquiera se dan cuenta de que están siendo manipuladas.
Y si trabajas en entornos con menores o personas vulnerables, asegúrate de mantener siempre una conducta profesional, respetuosa y ética.
En este tipo de delitos, las percepciones importan tanto como los hechos.
Lo que necesitas recordar
Nadie está preparado para enfrentarse a un proceso penal por cualquier tipo de delito, pero mucho menos por un delito contra la libertad sexual.
Ya seas víctima o investigado, el camino va a ser duro, muy duro.
Así que, recuerda siempre esto:
El Código Penal y demás leyes penales protegen tu libertad sexual y tu dignidad.
El consentimiento es el núcleo de toda relación sexual lícita.
Los castigos son duros porque las consecuencias lo son aún más.
Actuar con responsabilidad, buscar ayuda legal y psicológica, y rodearte de personas de confianza es la mejor forma de afrontar lo que viene.
Si te enfrentas a una situación de este tipo, da el paso, busca asesoramiento jurídico de especializado y de calidad.
No juegues con tu futuro ni con el de otros.
Igual no te decides por nosotros, por supuesto estás en tu derecho, pero te aconsejamos decidirte por alguno sin perder tiempo.
Y recalcamos, es sumamente importante que esté especializado en delitos sexuales.
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Queremos y te vamos a ayudar.
Cuando una persona se enfrenta a un delito contra la libertad sexual, ya sea como víctima o como investigado o acusado, lo primero que aparece es un cúmulo de emociones que resultan casi incontrolables: miedo, rabia, inseguridad y muchas preguntas.
¿Qué pasa ahora?
¿Qué derechos tengo?
¿Qué consecuencias puede haber?
Este artículo está pensado precisamente para eso, para informarte de forma sencilla (sin palabras técnicas) cuáles son estos delitos, qué penas existen, cómo se tramitan judicialmente y qué puedes esperar del proceso penal.
Qué se entiende por delitos contra la libertad sexual
Los delitos contra la libertad sexual son conductas que afectan directamente al derecho de una persona a decidir libremente sobre su vida sexual.
No hablamos solo de actos extremos como una violación, sino de muchas otras situaciones donde el consentimiento no existe o está viciado.
Ejemplo: Si alguien te toca sin tu permiso (seas mujer u hombre), si en tu trabajo te insinúan que debes tener una relación para conservar el empleo, o si alguien se hace pasar por menor para contactar con tu hijo en redes sociales con fines sexuales... en todos estos casos, estamos ante delitos contra la libertad sexual.
El Código Penal español califica y castiga estos delitos con especial gravedad.
Sobre todo porque estamos ante delitos que afectan psicológicamente a la víctima y las secuelas pueden perdurar el resto de su vida.
¿Qué diferencia hay entre libertad sexual e indemnidad sexual?
Este punto genera bastante confusión, pero te lo vamos a explicar de forma sencilla:
Libertad sexual: se refiere al derecho de cualquier persona adulta a decidir con quién y cómo quiere tener relaciones sexuales.
Indemnidad sexual: es la protección que se otorga a menores de edad o personas con discapacidad frente a cualquier acto sexual, incluso aunque hayan “consentido”.
Con la reforma del Código Penal y la entrada en vigor de la Ley del Solo Sí es Sí, estos conceptos se unifican.
Todo gira ahora en torno a un consentimiento libre y claro.
Tipos de delitos sexuales más comunes
Agresión sexual
Es todo acto sexual sin consentimiento que implica violencia o intimidación.
Un ejemplo claro es el de una persona que obliga a otra a mantener relaciones sexuales tras amenazarla o usar la fuerza.
Penas:
De 1 a 5 años si no hay acceso carnal.
De 6 a 12 años si hay penetración (estaríamos hablando de una violación).
Penas mayores si existen agravantes como uso de armas, abuso de superioridad o vulnerabilidad de la víctima.
Acoso sexual
Este delito ocurre cuando alguien pide favores sexuales aprovechándose de una relación de jerarquía (como jefe/a – empleado/a), y lo hace de forma persistente.
Por ejemplo, un encargado que insinúa a una trabajadora que será despedida si no accede a tener una cita con él.
Penas: De 6 meses a 2 años de prisión, o multa e inhabilitación profesional.
¿Qué pasa si el delito sexual se comete contra un menor?
Pues dependerá de la edad, pero si es menor de 16 años no hay vuelta de hoja, cualquier contacto o interacción sexual, aunque diga claramente que lo “consiente”, se considera delito.
Un ejemplo que parece dudoso pero que no lo es según el Código Penal. Imagina una persona adulta que convence a una chica de 14 años para que le envíe fotos desnuda por redes sociales. Aunque no exista contacto físico alguno, eso ya es grooming, e igualmente se considerará un delito contra la indemnidad sexual de la menor.
Penas según gravedad:
Grooming: de 1 a 3 años de prisión.
Acceso carnal: entre 5 y 15 años.
Explotación o corrupción de menores: hasta 12 años de prisión.
¿Qué pasa si me investigan por un delito sexual?
Si te llega una citación judicial, una llamada de la policía o te detienen, lo primero es intentar NO entrar en pánico.
Aunque si te detienen será algo más complicado mantener la calma. Aun así, debes intentarlo.
Y lo segundo, buscar inmediatamente, a través de algún familiar o amigo un abogado penalista con experiencia en delitos sexuales.
Es fundamental que sepas:
No estás condenado por el mero hecho de estar siendo investigado o acusado.
Tienes derecho a guardar silencio y a no declarar (aunque esto háblalo con tu abogado). Eso sí, si tu abogado no está delante, no hables.
Debes preparar bien tu defensa, aportando pruebas y testigos si los tienes.
¿Y si soy la víctima?
Denunciar no es fácil, lo sabemos. Hay mucho miedo a interponer la denuncia, pero es escencial. Estos delitos sólo pueden ser perseguidos si la víctima denuncia.
Muchas veces hay miedo, vergüenza y muchas dudas.
Pero es el primer paso para protegerte, obtener justicia y sobre todo, que no le pase a nadie más.
Tienes derecho a:
Acusar personándose en el proceso penal con abogado y procurador (puedes solicitarlos de oficio también).
Ser protegida/o durante el proceso: tu intimidad está garantizada.
Recibir ayuda psicológica y acompañamiento de los servicios sociales.
Ejemplo realista: Una joven denunció haber sido violada por su jefe. Pese al miedo inicial, acudió a un centro médico y luego puso la denuncia a la vista de que el médico iba a enviar el resultado de su exploración al juzgado. Con ayuda de un abogado, recopiló todas las pruebas que pudo (ropa, testigos, mensajes) y su jefe, fue condenado.
¿Te imaginas qué hubiera pasado si esa persona sigue sin ser condenada? ¿A cuántas chicas más les hubiera pasado lo mismo?
Qué pasa tras la denuncia o apertura de investigación
Cuando se presenta una denuncia o el Ministerio Fiscal actúa de oficio (en casos de menores o personas vulnerables), se inicia un proceso de instrucción judicial (básicamente es una investigación).
Este es el principio del proceso penal, que se compone de las siguientes fases:
Instrucción: se recaban pruebas, se toman declaraciones y se analiza el caso.
Fase intermedia: el juez decide si hay suficientes indicios para llevarlo a juicio.
Juicio oral: se presentan pruebas y testigos ante un Juzgado de lo Penal o un Tribunal. Posteriormente al juicio, se dictará la correspondiente sentencia.
Agravantes y consecuencias más graves
En los delitos sexuales, hay situaciones que hacen que las penas sean aún más duras.
El Código Penal considera ciertas circunstancias como agravantes, porque agravan el daño, el contexto o la posición del agresor.
¿Cuáles son los agravantes más comunes?
Violencia extrema o uso de armas.
Agresión grupal o con premeditación.
Que el agresor sea una figura de confianza o autoridad, como un padre, tutor, maestro, entrenador, etc.
Que la víctima sea especialmente vulnerable, como una persona con discapacidad o un menor muy pequeño.
Penas adicionales y medidas accesorias
Además de la prisión, hay muchas consecuencias que se imponen automáticamente si se prueba la culpabilidad en un delito sexual.
Pérdida de la patria potestad
Si eres condenado por agredir a tu propio hijo/a o a un menor a tu cargo, casi con total seguridad te retirarán la patria potestad o la tutela, de forma temporal o permanente.
¿Qué significa eso? Que no podrás tomar decisiones sobre su educación, salud, lugar de residencia, ni tendrás derecho a visitas.
Inhabilitación profesional
Si, por ejemplo, trabajas con menores (como docente, monitor, médico, etc.), serás inhabilitado para poder ejercer tu profesión.
Incluso si no has sido condenado de forma firme aún, se pueden establecer medidas cautelares que te aparten temporalmente de tu trabajo.
¿Y si el delito ocurrió en otro país?
Las autoridades judiciales españolas tendrá en cuenta las sentencias dictadas en el extranjero por hechos análogos al que se está instruyendo o juzgando.
Esto se hace especialmente para aplicar agravantes como reincidencia.
Ejemplo: Imagina que detienen en España a un ciudadano francés que ya fue condenado por agresión sexual en Francia, el juez de instrucción, a la hora de imponer alguna medida cautelar, va a valorar seguro esa condena anterior como agravante.
Consecuencias para la víctima: más allá del juicio
Uno de los puntos más sensibles (y más ignorados) es el impacto duradero que estos delitos producen en las víctimas.
Las secuelas psicológicas no suelen terminar con el juicio, ni siquiera con la condena.
Efectos psicológicos comunes
Son muchos los efectos psicológicos que producen estos delitos, pero muchos. Las víctimas pasan por muchas dificultades a raíz de estos actos, por eso el Código Penal castiga este tipo de delitos con tanta dureza:
Estrés postraumático.
Ansiedad y depresión.
Problemas de autoestima.
Dificultades en relaciones futuras.
Sentimientos de culpa o vergüenza.
La recuperación no es inmediata. Por eso, además del apoyo legal, la mayor parte de las víctimas necesitan ayuda psicológica profesional, y redes de apoyo cercanas (familia, amistades, asociaciones).
¿Qué puede hacer la justicia para ayudarte?
El juez puede ordenar medidas de protección durante el proceso: no contacto, alejamiento, comparecencias periódicas del acusado, incluso acordar la prisión provisional del investigado.
También, dentro de la condena, se establecen compensaciones económicas por daños morales o físicos, dentro de la responsabilidad civil.
En casos específicos donde hay hijos comunes, se fijan pensiones alimenticias.
¿Y si me arrepiento de haber denunciado?
Es importante saber que una vez que denuncias, sobre todo en delitos graves como las agresiones sexuales, el proceso no se puede detener fácilmente.
El Ministerio Fiscal puede seguir adelante aunque la víctima quiera retirarse.
Esto busca proteger a personas que, por miedo o presión, quieren dar marcha atrás. El sistema intenta evitar que los agresores queden impunes.
Qué hacer si te encuentras en esta situación
Tanto si eres víctima como investigado, estos son algunos pasos básicos que debes seguir:
Si eres víctima:
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Acude a una comisaría o juzgado y presenta la denuncia.
Si eres investigado:
No hables sin la presencia de un abogado penalista experto en delitos sexuales.
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¿Cómo puedes protegerte y proteger a los tuyos?
La mejor forma de evitar estas situaciones que se podrían convertirse en delitos muy graves, es conocer y respetar los límites del consentimiento.
Aquí no hay zonas grises: si no hay un “sí” claro, esto es un NO.
Para padres y madres, es clave hablar con los hijos sobre el uso de internet, las redes sociales y los riesgos del grooming.
Muchas veces, las víctimas ni siquiera se dan cuenta de que están siendo manipuladas.
Y si trabajas en entornos con menores o personas vulnerables, asegúrate de mantener siempre una conducta profesional, respetuosa y ética.
En este tipo de delitos, las percepciones importan tanto como los hechos.
Lo que necesitas recordar
Nadie está preparado para enfrentarse a un proceso penal por cualquier tipo de delito, pero mucho menos por un delito contra la libertad sexual.
Ya seas víctima o investigado, el camino va a ser duro, muy duro.
Así que, recuerda siempre esto:
El Código Penal y demás leyes penales protegen tu libertad sexual y tu dignidad.
El consentimiento es el núcleo de toda relación sexual lícita.
Los castigos son duros porque las consecuencias lo son aún más.
Actuar con responsabilidad, buscar ayuda legal y psicológica, y rodearte de personas de confianza es la mejor forma de afrontar lo que viene.
Si te enfrentas a una situación de este tipo, da el paso, busca asesoramiento jurídico de especializado y de calidad.
No juegues con tu futuro ni con el de otros.
Igual no te decides por nosotros, por supuesto estás en tu derecho, pero te aconsejamos decidirte por alguno sin perder tiempo.
Y recalcamos, es sumamente importante que esté especializado en delitos sexuales.
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