Cómo tipifica el delito de homicidio el Código Penal y cómo defenderse de una acusación por homicidio
Enfrentarse a una acusación por homicidio en España es una de las situaciones más graves, angustiosas y estresantes que puedes llegar a tener en el ámbito penal.
Siempre y cuando te consideres inocente, claro.
Si eres culpable… normalmente ese estrés no existe.
Las consecuencias de una condena por un delito de homicidio puede llegar hasta los 15 años de prisión en el caso de homicidio doloso y hasta 25 años o prisión permanente revisable si se califica como asesinato.
Porque sí, el asesinato no es nada más que un tipo de homicidio agravado.
Además de la pérdida de libertad, la condena implicará prácticamente seguro indemnización para los familiares de la víctima. Y estas indemnizaciones suelen ser bastante elevadas.
Ante una acusación de esta magnitud, es fundamental conocer las estrategias de defensa más efectivas: desde negar la autoría y demostrar una coartada sólida, hasta alegar legítima defensa o ausencia de dolo.
Estas estrategias, bien planteadas y ejecutadas, pueden marcar la diferencia entre una condena y la posible absolución.
Porque una acusación por homicidio no quiere decir que automáticamente seas culpable de la muerte de otra persona.
Veamos a continuación, en qué consiste el delito de homicidio, cómo se diferencia del asesinato y las mejores estrategias de defensa ante una acusación tan grave.
¿Cómo califica el delito de homicidio el Código Penal español?
El homicidio está regulado en el artículo 138 del Código Penal español, y establece que “el que matare a otro será castigado, como reo de homicidio, con la pena de prisión de diez a quince años”.
Dicho de otro modo, para que exista homicidio, es necesario que el autor actúe con dolo, es decir, con intención de causar la muerte o aceptando el riesgo de que esta ocurra.
¿Qué es el dolo y cómo incide en la acusación del homicidio?
El dolo implica que el autor material del delito tiene plena conciencia de sus actos y de sus consecuencias.
A la hora de calificar el delito de homicidio, significa que el agresor actúa sabiendo que su conducta va a provocar la muerte de otra persona.
Es decir, sé que si tengo un cuchillo y se lo clavo a otra persona a la altura del corazón, con una altísima probabilidad le provocaré la muerte, salvo que falle.
Dentro del dolo, se distinguen varias modalidades:
Dolo directo: El autor tiene la intención clara y directa de acabar con la vida de alguien.
Dolo de segundo grado: El autor no persigue la muerte de otra persona como objetivo principal, pero sabe que su acción inevitablemente la causará.
Dolo eventual: Es el más complejo. Se produce cuando el autor, aunque no tiene intención directa de matar, prevé que su conducta puede producir ese resultado y, aun así, acepta esa posibilidad.
Ejemplo práctico de dolo eventual: Una persona dispara un arma en un lugar concurrido, sin apuntar específicamente a nadie. Aunque su intención inicial no sea matar, asume que alguien puede resultar herido o incluso fallecer y, aun así, decide disparar.
Ejemplo de dolo de segundo grado: Un terrorista coloca una bomba en el coche de una persona específica con la intención de matarla. Igualmente sabe con certeza que el chofer también morirá a consecuencia de la explosión. Aunque el objetivo principal es una persona, el autor acepta como inevitable la muerte del chófer, aunque no sea el objetivo (el mal denominado “daño colateral”).
¿Cuáles son las penas señaladas en el Código Penal para un condenado por un delito de homicidio?
El Código Penal español tipifica el homicidio desde el análisis de la naturaleza y consecuencia del acto.
Cada acción se tipifica con su pena correspondiente en función de la gravedad y las circunstancias en las que se comete el delito.
Homicidio doloso: Se produce cuando el autor actúa con intención de causar la muerte de otra persona. La pena oscila entre 10 y 15 años de prisión, aunque dependerá de las circunstancias y el grado de ejecución del delito.
Homicidio agravado: Este tipo agrupa aquellas situaciones en las que se dan circunstancias que aumentan la gravedad del homicidio (como abuso de superioridad o disfraz). Se va a aplicar una pena superior en grado, es decir, entre 15 y 20 años de prisión.
Homicidio imprudente: Ocurre cuando la muerte es causada por una negligencia grave, sin intención directa de matar. El caso más común es el fallecimiento de una persona un atropello o un accidente de tráfico. Las penas en estos casos varían entre 1 y 4 años de prisión.
Asesinato: El homicidio pasa a ser calificado como asesinato cuando concurren circunstancias específicas de especial crueldad (alevosía, ensañamiento, precio o para ocultar otro delito). Las penas para el asesinato van de 15 a 25 años de prisión.
Estas distinciones permiten al sistema judicial español valorar adecuadamente el grado de responsabilidad del culpable y aplicar una pena que se considera proporcional al daño causado.
Otra cosa es que lo sea, esto es opinable.
¿Cuáles son las agravantes de un delito de homicidio?
Existen ciertos factores que, sin llegar a modificar la calificación del homicidio por el de asesinato, sí agravan la pena impuesta al culpable.
Estas son las agravantes genéricas del artículo 22 del Código Penal, condiciones que aumentan la gravedad del delito y endurecen la condena.
Así, entre las agravantes genéricas aplicables al homicidio que aumentan su gravedad sin transformarlo en asesinato se encuentran:
Disfraz o engaño: Utilizar identidades falsas o artimañas para facilitar el delito.
Abuso de superioridad: Aprovechar una posición de dominio físico, numérico o de poder sobre la víctima.
Circunstancias de lugar, tiempo o apoyo de terceros: Actuar en entornos que dificulten la defensa o faciliten la huida.
Motivos discriminatorios: Cometer el homicidio por razones de raza, género, religión, orientación sexual u otras formas de odio.
Abuso de confianza o carácter público del agresor: Traicionar la confianza depositada o utilizar un cargo público para ejecutar el delito.
Reincidencia: Tener antecedentes penales por delitos similares.
Vulnerabilidad de la víctima: Aprovecharse de su edad, discapacidad o situación de indefensión.
Estas circunstancias endurecen la pena que se imponga en la Sentencia, pero recuerda que sólo las agravantes específicas tipificadas en el artículo 139 del Código Penal lo pueden convertir en asesinato.
Cuáles son las diferencias entre homicidio y asesinato
Aunque popularmente se utilizan como sinónimos, homicidio y asesinato son conceptos distintos en el ámbito penal.
Para que un homicidio se convierta en asesinato, deben concurrir agravantes como:
Alevosía: el agresor actúa asegurando su ataque sin que la víctima pueda defenderse.
Ensañamiento: se aumenta el sufrimiento de la víctima intencionadamente.
Precio o recompensa: se mata a cambio de un beneficio económico.
¿Cómo defenderse de una acusación por homicidio?
Si te enfrentas a una acusación por homicidio, es fundamental una defensa sólida y especializada.
Te vamos a dejar a continuación las estrategias más comunes y efectivas que usan los abogados para defender a sus clientes de este tipo acusaciones en un proceso penal.
Negar la autoría del delito
Una de las estrategias más básicas pero efectivas (sobre todo si eres inocente) es negar la participación en los hechos. Para ello, se puede recurrir a:
Pruebas documentales: Cámaras de seguridad, registros de localización de móviles, billetes de transporte, etc.
Testigos presenciales: Personas que puedan confirmar que no estabas en el lugar de los hechos.
Análisis forense: Análisis del ADN, que puede excluirte como autor del delito.
Legítima defensa
La legítima defensa es una eximente completa del delito, aunque muy complicada de demostrar.
Con esta estrategia lo que intentas demostrar es que actuastes para proteger tu vida o la de un tercero ante una amenaza grave e inminente.
Para que sea efectiva, deben cumplirse estos requisitos:
Existencia de una agresión ilegítima.
Necesidad de defenderse para evitar el daño.
Proporcionalidad en la respuesta.
Demostrar ausencia de dolo o imprudencia
Si se logra probar que no existió intención de matar (no existió dolo), se puede evitar una condena por homicidio doloso.
En ocasiones, la muerte ocurre de manera accidental y no por una actuación deliberada. Por ejemplo, un fallecimiento en un accidente de tráfico.
En este último caso, como mal menor la calificación bajaría de homicidio a homicidio imprudente.
Cuestionar las pruebas de la acusación
El abogado penalista revisará minuciosamente las pruebas presentadas en contra para detectar:
Contradicciones en los testimonios.
Vulneración de derechos en la obtención de pruebas.
Errores en la cadena de custodia.
Errores procesales
Las irregularidades en el proceso pueden ser clave para la defensa, y aunque no lo parezca, son bastante comunes, sobre todo durante la tramitación del procedimiento penal:
Detenciones ilegales.
Obtención ilícita de pruebas.
Falta de garantías procesales durante la investigación.
Cuando se detectan errores de este tipo, es posible solicitar la nulidad de las actuaciones o incluso el sobreseimiento del caso.
Pasos que debes seguir ante una acusación de homicidio
Contratar a un abogado penalista especializado: No sólo es fundamental, es vital para tu futuro que sea experto en este ámbito.
Ejercer el derecho a no declarar sin la presencia de tu abogado: Si nos sigues ya te lo hemos dicho en otros artículos, habla sólo cuando tu abogado esté presente.
Asegurar y recopilar pruebas que demuestren tu inocencia: Aquí debes andar con ojo y no ocultar nada a tu abogado, porque es él y solo él quien necesita esas pruebas.
Identificar testigos que puedan ratificar tu versión: Si tienes testigos, no los ocultes porque no quieras meterlos en un lío. Tu vida puede depender de ellos.
Seguir las indicaciones del abogado en cada fase del proceso: Haz caso a tu abogado y no intentes llevar tú el proceso porque no será bueno para ti ni para tu futuro.
Luchar por tu defensa, un derecho fundamental
Una acusación por homicidio en España puede tener consecuencias muy muy muy malas para tu futuro.
No solo por la pena de prisión, sino por el estigma social y los efectos a largo plazo.
Sin embargo, contar con una buena estrategia de defensa, basada en la negación de los hechos, la legítima defensa o la falta de dolo, puede marcar la diferencia.
La clave está en una dirección letrada experta, que conozca cada detalle del proceso y sea capaz de cuestionar cada prueba presentada por la acusación.
No dudes en buscar ayuda.
Ponte en contacto con nosotros: tuabogado.legal.
Pincha en el botón azul, justo debajo del texto, para pedir tu consulta con nuestros abogados expertos en violencia de género.
Queremos ayudarte.
Enfrentarse a una acusación por homicidio en España es una de las situaciones más graves, angustiosas y estresantes que puedes llegar a tener en el ámbito penal.
Siempre y cuando te consideres inocente, claro.
Si eres culpable… normalmente ese estrés no existe.
Las consecuencias de una condena por un delito de homicidio puede llegar hasta los 15 años de prisión en el caso de homicidio doloso y hasta 25 años o prisión permanente revisable si se califica como asesinato.
Porque sí, el asesinato no es nada más que un tipo de homicidio agravado.
Además de la pérdida de libertad, la condena implicará prácticamente seguro indemnización para los familiares de la víctima. Y estas indemnizaciones suelen ser bastante elevadas.
Ante una acusación de esta magnitud, es fundamental conocer las estrategias de defensa más efectivas: desde negar la autoría y demostrar una coartada sólida, hasta alegar legítima defensa o ausencia de dolo.
Estas estrategias, bien planteadas y ejecutadas, pueden marcar la diferencia entre una condena y la posible absolución.
Porque una acusación por homicidio no quiere decir que automáticamente seas culpable de la muerte de otra persona.
Veamos a continuación, en qué consiste el delito de homicidio, cómo se diferencia del asesinato y las mejores estrategias de defensa ante una acusación tan grave.
¿Cómo califica el delito de homicidio el Código Penal español?
El homicidio está regulado en el artículo 138 del Código Penal español, y establece que “el que matare a otro será castigado, como reo de homicidio, con la pena de prisión de diez a quince años”.
Dicho de otro modo, para que exista homicidio, es necesario que el autor actúe con dolo, es decir, con intención de causar la muerte o aceptando el riesgo de que esta ocurra.
¿Qué es el dolo y cómo incide en la acusación del homicidio?
El dolo implica que el autor material del delito tiene plena conciencia de sus actos y de sus consecuencias.
A la hora de calificar el delito de homicidio, significa que el agresor actúa sabiendo que su conducta va a provocar la muerte de otra persona.
Es decir, sé que si tengo un cuchillo y se lo clavo a otra persona a la altura del corazón, con una altísima probabilidad le provocaré la muerte, salvo que falle.
Dentro del dolo, se distinguen varias modalidades:
Dolo directo: El autor tiene la intención clara y directa de acabar con la vida de alguien.
Dolo de segundo grado: El autor no persigue la muerte de otra persona como objetivo principal, pero sabe que su acción inevitablemente la causará.
Dolo eventual: Es el más complejo. Se produce cuando el autor, aunque no tiene intención directa de matar, prevé que su conducta puede producir ese resultado y, aun así, acepta esa posibilidad.
Ejemplo práctico de dolo eventual: Una persona dispara un arma en un lugar concurrido, sin apuntar específicamente a nadie. Aunque su intención inicial no sea matar, asume que alguien puede resultar herido o incluso fallecer y, aun así, decide disparar.
Ejemplo de dolo de segundo grado: Un terrorista coloca una bomba en el coche de una persona específica con la intención de matarla. Igualmente sabe con certeza que el chofer también morirá a consecuencia de la explosión. Aunque el objetivo principal es una persona, el autor acepta como inevitable la muerte del chófer, aunque no sea el objetivo (el mal denominado “daño colateral”).
¿Cuáles son las penas señaladas en el Código Penal para un condenado por un delito de homicidio?
El Código Penal español tipifica el homicidio desde el análisis de la naturaleza y consecuencia del acto.
Cada acción se tipifica con su pena correspondiente en función de la gravedad y las circunstancias en las que se comete el delito.
Homicidio doloso: Se produce cuando el autor actúa con intención de causar la muerte de otra persona. La pena oscila entre 10 y 15 años de prisión, aunque dependerá de las circunstancias y el grado de ejecución del delito.
Homicidio agravado: Este tipo agrupa aquellas situaciones en las que se dan circunstancias que aumentan la gravedad del homicidio (como abuso de superioridad o disfraz). Se va a aplicar una pena superior en grado, es decir, entre 15 y 20 años de prisión.
Homicidio imprudente: Ocurre cuando la muerte es causada por una negligencia grave, sin intención directa de matar. El caso más común es el fallecimiento de una persona un atropello o un accidente de tráfico. Las penas en estos casos varían entre 1 y 4 años de prisión.
Asesinato: El homicidio pasa a ser calificado como asesinato cuando concurren circunstancias específicas de especial crueldad (alevosía, ensañamiento, precio o para ocultar otro delito). Las penas para el asesinato van de 15 a 25 años de prisión.
Estas distinciones permiten al sistema judicial español valorar adecuadamente el grado de responsabilidad del culpable y aplicar una pena que se considera proporcional al daño causado.
Otra cosa es que lo sea, esto es opinable.
¿Cuáles son las agravantes de un delito de homicidio?
Existen ciertos factores que, sin llegar a modificar la calificación del homicidio por el de asesinato, sí agravan la pena impuesta al culpable.
Estas son las agravantes genéricas del artículo 22 del Código Penal, condiciones que aumentan la gravedad del delito y endurecen la condena.
Así, entre las agravantes genéricas aplicables al homicidio que aumentan su gravedad sin transformarlo en asesinato se encuentran:
Disfraz o engaño: Utilizar identidades falsas o artimañas para facilitar el delito.
Abuso de superioridad: Aprovechar una posición de dominio físico, numérico o de poder sobre la víctima.
Circunstancias de lugar, tiempo o apoyo de terceros: Actuar en entornos que dificulten la defensa o faciliten la huida.
Motivos discriminatorios: Cometer el homicidio por razones de raza, género, religión, orientación sexual u otras formas de odio.
Abuso de confianza o carácter público del agresor: Traicionar la confianza depositada o utilizar un cargo público para ejecutar el delito.
Reincidencia: Tener antecedentes penales por delitos similares.
Vulnerabilidad de la víctima: Aprovecharse de su edad, discapacidad o situación de indefensión.
Estas circunstancias endurecen la pena que se imponga en la Sentencia, pero recuerda que sólo las agravantes específicas tipificadas en el artículo 139 del Código Penal lo pueden convertir en asesinato.
Cuáles son las diferencias entre homicidio y asesinato
Aunque popularmente se utilizan como sinónimos, homicidio y asesinato son conceptos distintos en el ámbito penal.
Para que un homicidio se convierta en asesinato, deben concurrir agravantes como:
Alevosía: el agresor actúa asegurando su ataque sin que la víctima pueda defenderse.
Ensañamiento: se aumenta el sufrimiento de la víctima intencionadamente.
Precio o recompensa: se mata a cambio de un beneficio económico.
¿Cómo defenderse de una acusación por homicidio?
Si te enfrentas a una acusación por homicidio, es fundamental una defensa sólida y especializada.
Te vamos a dejar a continuación las estrategias más comunes y efectivas que usan los abogados para defender a sus clientes de este tipo acusaciones en un proceso penal.
Negar la autoría del delito
Una de las estrategias más básicas pero efectivas (sobre todo si eres inocente) es negar la participación en los hechos. Para ello, se puede recurrir a:
Pruebas documentales: Cámaras de seguridad, registros de localización de móviles, billetes de transporte, etc.
Testigos presenciales: Personas que puedan confirmar que no estabas en el lugar de los hechos.
Análisis forense: Análisis del ADN, que puede excluirte como autor del delito.
Legítima defensa
La legítima defensa es una eximente completa del delito, aunque muy complicada de demostrar.
Con esta estrategia lo que intentas demostrar es que actuastes para proteger tu vida o la de un tercero ante una amenaza grave e inminente.
Para que sea efectiva, deben cumplirse estos requisitos:
Existencia de una agresión ilegítima.
Necesidad de defenderse para evitar el daño.
Proporcionalidad en la respuesta.
Demostrar ausencia de dolo o imprudencia
Si se logra probar que no existió intención de matar (no existió dolo), se puede evitar una condena por homicidio doloso.
En ocasiones, la muerte ocurre de manera accidental y no por una actuación deliberada. Por ejemplo, un fallecimiento en un accidente de tráfico.
En este último caso, como mal menor la calificación bajaría de homicidio a homicidio imprudente.
Cuestionar las pruebas de la acusación
El abogado penalista revisará minuciosamente las pruebas presentadas en contra para detectar:
Contradicciones en los testimonios.
Vulneración de derechos en la obtención de pruebas.
Errores en la cadena de custodia.
Errores procesales
Las irregularidades en el proceso pueden ser clave para la defensa, y aunque no lo parezca, son bastante comunes, sobre todo durante la tramitación del procedimiento penal:
Detenciones ilegales.
Obtención ilícita de pruebas.
Falta de garantías procesales durante la investigación.
Cuando se detectan errores de este tipo, es posible solicitar la nulidad de las actuaciones o incluso el sobreseimiento del caso.
Pasos que debes seguir ante una acusación de homicidio
Contratar a un abogado penalista especializado: No sólo es fundamental, es vital para tu futuro que sea experto en este ámbito.
Ejercer el derecho a no declarar sin la presencia de tu abogado: Si nos sigues ya te lo hemos dicho en otros artículos, habla sólo cuando tu abogado esté presente.
Asegurar y recopilar pruebas que demuestren tu inocencia: Aquí debes andar con ojo y no ocultar nada a tu abogado, porque es él y solo él quien necesita esas pruebas.
Identificar testigos que puedan ratificar tu versión: Si tienes testigos, no los ocultes porque no quieras meterlos en un lío. Tu vida puede depender de ellos.
Seguir las indicaciones del abogado en cada fase del proceso: Haz caso a tu abogado y no intentes llevar tú el proceso porque no será bueno para ti ni para tu futuro.
Luchar por tu defensa, un derecho fundamental
Una acusación por homicidio en España puede tener consecuencias muy muy muy malas para tu futuro.
No solo por la pena de prisión, sino por el estigma social y los efectos a largo plazo.
Sin embargo, contar con una buena estrategia de defensa, basada en la negación de los hechos, la legítima defensa o la falta de dolo, puede marcar la diferencia.
La clave está en una dirección letrada experta, que conozca cada detalle del proceso y sea capaz de cuestionar cada prueba presentada por la acusación.
No dudes en buscar ayuda.
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Pincha en el botón azul, justo debajo del texto, para pedir tu consulta con nuestros abogados expertos en violencia de género.
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